Si Marguerite viviera entre nosotras hoy en día…

 

Marguerite fue una pionera. Inició proyectos, construyó donde no había nada. En Ville-Marie, ella abrió la primera escuela y construyó la primera capilla de piedra (Notre-Dame-de-Bon-Secours). Acogió a las Hijas del Rey porque llegarían a ser las madres de las nuevas familias. Marguerite compró una finca para satisfacer las necesidades de su congregación (Maison Saint-Gabriel). Abrió otras escuelas para enviar a las hermanas en misión para enseñar.

Dondequiera que haya algún bien que hacer

Marguerite decía estar lista «para ir por todas partes donde hay algún bien que hacer». Ella decía que había que «hacerse útil en cualquier cosa». Sabía adaptarse para responder mejor a las necesidades que se presentaban. Si estuviera con nosotras hoy, haría lo mismo. Iría al encuentro de las personas y buscaría la manera de ayudarles.

 

Las hermanas de la Congrégation de Notre-Dame fundada por Marguerite Bourgeoys actúan de la misma manera. En nuestros días, están al servicio de diversas maneras:

Presentes y cerca de las personas, en su entorno

Las hermanas enseñan y ayudan con las tareas escolares; dan cursos de catequesis o de formación espiritual; visitan a personas solas o abandonadas: mayores, enfermos, presos; trabajan con los grupos de mujeres y acompañan a las familias que necesitan apoyo material y humano.

Justicia social y medio ambiente

Las hermanas defienden los derechos de las personas marginadas o «sin voz»; denuncian los abusos de las compañías mineras y de grupos que explotan las poblaciones; luchan contra la trata de personas; acogen a los refugiados; actúan para proteger el medio ambiente y sensibilizar a los líderes sobre la importancia de luchar contra el cambio climático.

 
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